De excursión a las salinas de Es Trenc
Es Trenc es una de las playas más hermosas del sur de Mallorca, de arenas finas y blancas y aguas de un azul intenso, que a ratos se convierte en verde, y que brilla a la luz del sol.
A lo largo de los siglos, además, el mar que quedaba atrapado en la salinera que lleva el mismo nombre, se evaporaba y dejaba pequeños cristales de sal. Así que, a medida que aumentaba el conocimiento sobre cómo obtener el preciado oro blanco, el paisaje de la salina iba cambiando poco a poco, para producir más cantidad de sal, utilizando técnicas tradicionales y sin alterar el paisaje, sino más bien convirtiéndolo en uno de los ecosistemas más valiosos de Mallorca.
Las Salinas están formadas por un conjunto muy amplio de balsas en las que se incrementa la concentración de sal por litro de agua marina. Gracias a un canal que siempre está abierto, el agua de la playa entra en las balsas y, en el proceso de elaboración de cloruro sódico, enriquecen y nutren un pequeño trozo de paraíso dentro del propio paraíso.
En los años 40 y 50 las salinas se renovaron, pero su materia prima siguió siendo el mar y la energía utilizada, el sol y el viento.
Visitando la zona de producción de sal de las Salinas de es Trenc
La visita dura tres cuartos de hora y a lo largo de este tiempo se pasea a orillas de los embalses en los que el agua del mar se evapora lentamente para producir sal.
Las balsas se encadenan unas con las otras y por ellas circula el agua constantemente, para que el sol y el viento la calienten. A lo largo del recorrido se pueden ver los diferentes pasos que da el agua hasta llegar a conseguir la sal, en un paseo circular en el que, además, si se mira el agua con mucha atención se pueden ver unos pequeños animalillos llamados halófilos, que son de color rojo y los responsables del tono rosado que tienen algunos embalses, además del color de las plumas de los flamencos que viven en esta zona de Mallorca.
Las Salinas son un paraíso natural porque, además de flamencos, hay una gran diversidad de aves y plantas que viven aquí y se reproducen en un entorno protegido y lleno de oportunidades. Dependiendo de la época del año, habrá más o menos animales, pero la visita siempre tiene premio: las montañas de sal que convierten este lugar en un espacio casi lunar, pero con la temperatura típica del mediterráneo mallorquín.
Si el día está muy soleado, será necesario hacer uso de una gorra y unas gafas de sol que bloqueen el brillo de las blancas montañas salinas en los ojos.
Al finalizar la visita hay una pequeña tienda en la que obtener Flor de Sal, la marca que desde hace un tiempo se comercializa en las Salinas, y que se enriquece con sabores variados como hibiscos, pimienta negra, pimentón, cúrcuma o azafrán, entre muchos otros sabores. Chefs y especialistas en gastronomía se acercan hasta aquí para hacer sus encargos y darles así un toque especial a todas sus creaciones.
Y si vais con niños y os apetece, os recomendamos que aprovechéis la visita para acercaros a una de las vaquerías de Campos más conocidas, que además elabora sus propios productos artesanalmente, y que ofrece degustaciones al público. ¿Queréis conocerla? Podéis echar un ojo en esta entrada.