Rincones por los que merece la pena la esperar
Esperar no es sencillo. Esperar con incertidumbre y sin fecha límite. Esperar con ganas de cambio y de movimiento.
Esperar, por ejemplo, 9 meses de embarazo, que llegue el verano o nuestro turno en una cola eterna. Esperar una llamada, una resolución o que lleguen las vacaciones.
Las esperas no suelen ser agradables y menos si ese tiempo nos separa de Mallorca, ese paraíso entre el mar y el cielo que ansiábamos visitar y ahora añoramos más que nunca. Sin embargo, desde Mon Port estamos dispuestos a confirmaros palabra a palabra que hay esperas que merecen la pena.
Mallorca está más bonita que nunca. Y que conste que su belleza era difícil de superar pero tenemos que reconocer que este parón le ha sentado de maravilla al mar, al aire y a ese ambiente que ahora se respira por las calles que empiezan a desperezarse.
Por eso, os queremos enumerar una serie de pueblos y rincones mallorquines que harán que toda la espera valga la pena.
Puerto de Sóller
Pequeño, curioso y pintoresco pueblo pesquero. Su enclave maravilloso, su olor a mar, su paseo y su elegancia innata harán que os enamoréis tanto de su aspecto como de su historia.
En las noches de verano, escuchar habaneras desde la playa del Puerto de Sóller es capaz de reconciliarte con la vida.
Banyalbufar
Este pueblo literalmente enclavado en el mar es capaz de conquistar hasta al más escéptico. Mantiene y conserva el encanto de esos lugares recónditos por los que parece que no pasa el tiempo.
Darse un baño en Cala Banyalbufar y quitarnos la sal con el chorro de agua dulce que cae de la montaña es uno de los placeres del verano.
Sa Fonda – Deià
Nos atrevemos a afirmar que Deià es uno de los pueblos más bonitos de España. El mar, la montaña, el cielo y ese aire bohemio que se respira en sus calles empedradas.
No hay visita a Mallorca que se precie sin pasar por Sa Fonda, un rincón mítico en que las cosas saben mejor. Su ya mítico cartel, Silence is sexy, contrasta con todo lo que dicen sus cuatro paredes.
Puerto Andratx
Tiene un encanto especial. El estilo bohemio se mezcla con los pescadores, los pescadores con los visitantes y los visitantes con los locales. Todo tiene cabida en este pequeño puerto entre el mar y la montaña.
Por Mallorca, sus pueblos, sus rincones y su gente merece la pena esperar tanto como sea necesario. ¿No creéis?