Rosaris ensucrats, la tradición mallorquina del 1 de noviembre
La víspera del día 1 de noviembre, el día de Todos los Santos, se celebra de formas muy variadas según la cultura y el lugar. En Mallorca la tradición está marcada por los rosaris ensucrats, o rosarios dulces, que los padrinos regalan a sus ahijados el último día de octubre.
Prácticamente todas las culturas han celebrado, una vez al año, la transición de las almas de los difuntos y su paso por la tierra. Eran noches para estar en casa, con las puertas y ventanas cerradas, y en las que las leyendas sobre aparecidos y almas en pena se contaban en todos los pueblos.
Las tradiciones han cambiado y han vuelto festiva esta fecha, y en Mallorca, aunque cada vez más invadida por zombis, brujas y vampiros que recorren las calles al grito de “truco o trato”, aún perviven antiguas tradiciones, como la de los rosarios dulces.
Rosarios de azúcar, la dulce tradición mallorquina de Todos los Santos
Antes se colocaba, sobre las sepulturas de los difuntos, la comida que necesitarían para sobrevivir a su tránsito hasta alcanzar la otra vida. Los rosaris ensucrats son una evolución de esta costumbre.
Los primeros rosarios estaban formados por piezas de lo que se llamaba panecillos de muerto, una mezcla a base de harina cocida con las frutas típicas del otoño: calabaza, piñones, castañas o almendras. Estos pequeños dulces se ensartaban en un hilo y se regalaban a los niños.
Poco a poco los panecillos fueron sustituidos por fruta confitada, bombones y otros dulces, imitando a un rosario, y con una patena como centro, que habitualmente era un trozo de calabaza dulce adornada con dibujos de azúcar y una estampita, que antes era de un santo, un ángel o alguna figura sagrada.
Los niños de antes paseaban orgullosos con su rosari ensucrat al cuello durante el día de Todos los Santos, esperando con impaciencia que llegara el momento para hincarle el diente a los dulces que lo formaban.
La evolución de la tradición de los rosarios de azúcar
Aunque aún es posible encontrar rosarios de azúcar tradicionales en las pastelerías y panaderías de toda la isla, la modernidad se ha impuesto y los rosarios han ido evolucionando.
Si a principios del siglo XX aún se elaboraban con los panecillos de muertos, pronto empezaron a hacerse con los panellets típicos de estas fechas. Se trata de dulces cocinados a base de yema de huevo y azúcar o pasta de almendras, muy típicos también de la gastronomía catalana.
Actualmente -muchos abuelos de la época se llevarían las manos a la cabeza, horrorizados ante la modernidad- los panellets y las frutas confitadas han sido sustituidos por bombones, gominolas, nubes y regalices, y la peana de calabaza es una enorme chocolatina, a veces adornada con la pegatina de algún dibujo animado o personaje de la televisión.
En los colegios, los más pequeños emulan la tradición original creando sus propios rosarios. Lo hacen envolviendo todo tipo de golosinas en papel de colores y ensartándolas, con mucho cuidado, en un cordel para después atarlo y ponérselo al cuello.
La tradición de siglos convive con otras, llegadas de otros lugares y otras culturas, pero los rosaris ensucrats que cuelgan de los mostradores de las pastelerías por estas fechas son un recordatorio de que Mallorca cuenta son su propia historia y cultura para el día de Todos los Santos.
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